Abandonó su país dejando a su familia, viajó cientos de kilómetros en bus para llegar al Perú e iniciar de nuevo en una tierra que adoptó como suya. Este joven venezolano, al igual que muchos de sus compatriotas, sobrevive día a día vendiendo sus deliciosas arepas.
Pero él lo hace por las calles de Huacho, donde fue maltratado por personal de Fiscalización y Control de la municipalidad. En medio de la intervención el joven extranjero rompió en llanto, sus lágrimas eran de impotencia y desesperación creyendo que sus productos iban ser incautados.
Un grupo de transeúntes rodeó a este administrador de empresas, lo defendió y ayudó a recuperarse. Más calmado, este hijo de alma llanera agradeció la solidaridad de sus hermanos huachanos que le devolvieron la esperanza y las ganas de seguir luchando.