La prostitución, llamado como el “oficio más antiguo del mundo”, muchas veces no es como se cree un trabajo, ya que es una de las formas más extremas de la violencia contra las mujeres, ya que es una mentira hablar de un contrato sexual como si fuera un contrato laboral, cuando las relaciones entre mujeres y varones son asimétricas de dominio y opresión.
La situación en prostitución y las personas involucradas en esta actividad, siempre es sinónimo de comportamientos excluyentes, regido por la desigualdad entre los géneros.
Para muchos expertos “la prostitución se ofrece como un escenario de la sexualidad humana para la satisfacción de terceros, comercializada por hombres y mujeres, ligada a un contexto dinámico de cambios sociales y económicos”.
Las personas que ejercen la prostitución independiente de la causa por la que se hayan involucrado en esta actividad, son seres a los cuales se le vulneran sus derechos a cada momento.
Pero este muchas veces mal llamado “oficio” nunca hizo distinción de género, ya la demanda involucra tanto a hombres como mujeres y la prostitución masculina es tan milenaria como la femenina.
En las calles de Lima, un reporteo de “Al Sexto Día” se sumerge en la prostitución masculina que tiene como epicentro la Plaza San Martín, donde descubrirá cómo son los cupos que se cobrarían para ellos también puedan ejercer el llamado “oficio más antiguo del mundo”.
