Manuela Rojas llegó a Lima los 18 años para empezar la búsqueda de su padre, de quien se separó en el año 1952 cuando apenas tenía meses de nacida. En ese entonces su madre la llevó a Ayacucho para solucionar temas familiares pero decidió no regresar más.
A pesar que no tenía datos que la ayuden a ubicar a don Celso Rojas Arrieta, Manuela inició su lucha por hallar a su papá sin embargo recibió la desafortunada noticia de que él ya había fallecido hace 16 años.
Aunque no logró su objetivo, Manuela conoció a su hermana Roxana. Ella le contó que no había un día en el que no la haya recordado. Y que en su lecho de muerte, su padre escribió en un papel “quiero a mi hija”.
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