La historia se remonta a hace unas semanas, cuando un pequeño bar de carretera situado en un alejado pueblo de Misuri, Cottleville, decidió bautizar a una de sus cervezas con un nombre que, como veremos, generaba confusión.
Se trata de Exit 6, una taberna de pueblo que elaboraba sus propias cervezas y mantenía una discreta caja gracias a los parroquianos que la frecuentaban. Pues esta cantina decidió bautizar a una de sus nuevas cervezas como Frappiccino, nombre muy parecido a un célebre café de Starbucks, los famosos Frappuccinos.
Todo iba bien para la taberna Exit 6, hasta que los largos tentáculos de la gigantesca cadena estadounidense dieron con el “ultraje” a uno de sus cafés símbolos, fue de forma accidental a través de la red social Untappd, informa El Confidencial.com.
Inmediatamente los abogados de la firma enviaron una carta al dueño de la taberna, Jeff Britton, quien no sabía de que se trataba, al leer la misiva se quedó atónito. Su pequeño Frappiccino había logrado movilizar a todo un equipo de abogados, que le instaban a dejar de llevar a cabo acciones presuntamente ilegales.
El aludido respondió la carta asumiendo su parte de culpa: “Somos gente mala. Una vergüenza”, escribió, y dijo que dejarían de llamar así su cerveza. El dueño de Exit 6 aclaró también que en realidad no pretendía eludir patentes al cambiar una letra en la marca de su cerveza de Frappuccino a Frappiccino.
Y, para concluir, la carta iba acompañada de un cheque de 6 dólares, “que son los beneficios obtenidos de las tres cañas que hemos vendido con la cerveza Frappiccino y que servirán para costear los gastos de los abogados de Starbucks ante nuestra deleznable conducta”, escribió Jeff Britton.
La respuesta fue colgada también en el muro de Facebook del bar de Cottleville y de ahí al mundo entero en cuestión de horas. Ya nadie podría tomarse una Frappiccino, pero el bar ya era famoso y seguro que no le faltarán clientes. No cabe duda que en esta singular disputa, Exit 6 venció de lejos a Starbucks.
